Venerable, María del Sagrado Corazón Bernaud

Ana María Constanza Bernaud nació el 28 de octubre de 1825 en Besançon (Francia). A los 5 años, repetía: “Yo quiero ser religiosa”, pero a los 16, sus padres, por conveniencias profesionales, deciden casarla. Viendo en esto la voluntad de Dios, acepta. Después de cuatro años difíciles, murió su marido.

Viuda, sin hijos, a los 20 años, no siente ya sus deseos de niña, pero la providencia conduce sus pasos hacia la Visitación de Bourg-en-Bresse en junio de 1849.

Allí escuchó de nuevo la llamada de Dios y tras superar algunas dudas, vio claro que el Señor la quería en esta Orden contemplativa que Él mismo había escogido para descubrir al mundo las riquezas de su Corazón.

Al entrar al Monasterio de la Visitación e Bourg-en-Bresse, Francia y recibe el nombre de María del Sagrado Corazón. Alegre, amable, fiel, sencilla, pasa doce años como una visitandina modelo, pero sin que nada haga presagiar que estará en el origen de algo “grande”.

Fundación de la Guardia de honor

A comienzos de 1863, Hna. María del Sagrado Corazón, profundamente impresionada por la queja del Señor, “busqué quien me consolara y no lo hallé” , desea responder y quiere “amar y hacerle amar”.

Tuvo la inspiración de formar un reloj viviente de personas que, hora a hora, se turnaran “haciendo guardia al Rey”, compañía espiritual al Corazón de Jesús, como estuvieron María Santísima, San Juan Apóstol y Santa María Magdalena, al pie de la Cruz.

Pero esta “hora de guardia” la harán sin cambiar en nada sus ocupaciones.

La inscripción se haría en un “reloj” cuyo centro será el Corazón Traspasado. Otra hermana de la comunidad pinta ese reloj tan especial, y el viernes 13 de marzo de 1863, lo llevan a la superiora para que lo bendiga. Pocas horas después, todas las hermanas habían escrito sus nombres en diversas horas. ¡Estaba fundada la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús! Y a este reloj en que se inscribieron, se le empezó a llamar “El Cuadrante de la Guardia de honor”

La obra, cuyos modelos son la Virgen María, Juan y Magdalena junto a la Cruz, se extendió con rapidez por todo el mundo y en 1864 fue aprobada por Pío IX, que se inscribió en ella. El motivo de esta gran difusión fue, en gran parte, la docilidad total a la voluntad de Dios de Hna. María del Sagrado Corazón. En sus notas íntimas habla constantemente de esta docilidad y abandono y de su deseo de permanecer oculta. Se sabe no sólo la humilde sierva del Señor, sino la víctima ofrecida en unión con el sacrificio de Cristo por la salvación del mundo. Esta espiritualidad es la que transmite a la Asociación. Y hasta su muerte el 3 de agosto de 1903, será un instrumento dócil en las manos del Señor.

Siguió animando la Guardia de honor, escribió los llamados Billetes celadores, con los que buscó enfervorizar a los Guardias de honor entre los que había hombres, mujeres, niños, sacerdotes y almas consagradas.

El 24 de junio de 1870, en la fiesta de San Juan Bautista y ese año, también Solemnidad del Sagrado Corazón, Sor María del Sagrado Corazón hizo su ofrenda oficial de víctima, firmada con su sangre.

“Dios mío, que mi destrucción cante la plenitud de vuestro ser, mis humillaciones vuestras grandezas, mi anonadamiento vuestro todo. Oh Dios de Amor, poned vos mismo el fuego al holocausto, que esta llama sagrada me purifique de todo humano, me transforme, me divinice, me pierda y me absorba en vos. Oh María, Madre del Sacerdote; Virgen Sacerdotal y víctima, dignaos ofrecerme vos misma a la adorabilísima Trinidad como presentisteis en el Templo a vuestro Único y querido Hijo Jesús. Preparadme para el sacrificio como preparaste y alimentaste para la inmolación a este dulce Cordero de Dios.

     Sostenedme con vuestros cuidados maternales en mi carrera de víctima y, con vuestra tierna compasión, en mi camino hasta la cumbre de mi calvario. En fin inmoladme vos mismo para la gloria de Vuestro Dios, como habéis inmolado sobre el Altar de la Cruz a Vuestro querido Isaac, el Hijo de Vuestro Amor y Vuestros Dolores.     

Oh María, sí, sedme hoy y siempre sacerdote y sacrificador. Alcanzadme que sea una hostia verdadera, pura, santa, agradable a los ojos de Dios y misericordiosamente aceptada por Él. Oh Dios mío, yo contemplo con una alegría serena las consecuencias de mi sacrificio: Una víctima no se ofrece sino para ser inmolada. Yo acepto pues, y bendigo desde afuera todas vuestras disposiciones respecto a mí. Me abandono con una filial seguridad a vuestra paternal providencia y rechazo, todas las oposiciones que mi naturaleza podría oponer a vuestras operaciones crucificantes en mí”.

Sierva de Dios Hna. María del Sagrado Corazón de Jesús Bernaud

Propagación de la Guardia de honor

Además de las hermanas del Monasterio de Bourg-en-Bress, las primeras entre las Guardias de honor fueron las niñas y adolescentes del Pensionado que tenían entonces las hermanas.

El pensionado era una forma de colegio internado para niñas de la época y varios monasterios tenían este servicio.

Muy pronto se invitó a otros monasterios de la Visitación a formar parte de la Guardia de Honor, de tal manera que, de boca en boca, la devoción se propagó a los fieles que se sintieron atraídos por ese programa espiritual tan al alcance de todos.

En el monasterio de Paray le Monial, fue grande la sorpresa cuando recibieron El Cuadrante de la Guardia de honor, pues también allí se había concebido una esfera parecida. ¡Señal de que era un deseo de Dios!

Una gran propagadora de la Obra fue María Deluil-Martiny, quien fue llamada “La primera Celadora de la Guardia de honor“. Celadora, viene de “celosa” por extender el Reinado del Corazón de Jesús en todos los hombres. Fue el título con que espontáneamente llamó la Hna. María del Sagrado Corazón Bernau a su entonces joven discípula.

Un año más tarde, el 9 de marzo de 1864, el Papa Pío IX apruebó la Guardia de honor, que fue entonces erigida en Cofradía; más tarde, el 26 de noviembre de 1878, en tiempos de León XIII, se convertirá en Archicofradía. (Ahora se llama Asociación de fieles)

La rapidísima expansión de la Guardia de honor por todo el mundo no estuvo exenta de muchas dificultades y sufrimientos, con repercusiones en la frágil salud de su fundadora Hna Maria del Sagrado Corazón. Víctima de ese éxito providencial aunque imprevisible, nuestra hermana multiplicó las gestiones ante las autoridades religiosas, sin por ello abandonar nunca su humilde celda en el monasterio y mantuvo una impresionante correspondencia.

Los principios  de la Guardia de Honor fueron modestos y progresivos:

  • El 13 de marzo de 1863, tercer viernes de Cuaresma, en que entonces se celebraba la fiesta de las Cinco Llagas de Nuestro Señor, la Hermana María del Sagrado Corazón Bernaud, diseñaba un cuadrante en el que figuraban las Horas de Guardia distribuidas entre las Religiosas de la Comunidad.
  • Antes de finalizar aquel mes, tres miembros del clero y 18 fieles se unieron a ella. Muy poco tiempo después, el Excmo. Sr. Obispo de Belley y otro Prelado daban su nombre a la Obra naciente.
  • El movimiento se extendió y el 9 de marzo de 1964, Mons. de Langalarie, Obispo de Belley, erigió en el Monasterio de la Visitación una Cofradía bajo el título de Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús.
  • El 7 de abril de 1865, apenas transcurridos dos años desde sus comienzos, un Breve Pontificio concedía a los Asociados siete años de indulgencia por la Hora de Guardia.
  • Se han establecido por concesión de la Santa Sede nuevos centros de la Guardia de Honor en Italia, España, Suiza, Inglaterra, Estados Unidos, Brasil, Chile, Argentina, Colombia, México y en otras diversas regiones del mundo.

Sitio Web de la Mesa Directiva de Guadalajara, Jalisco, México

Oración por la beatificación de la Hna. María del Sagrado Corazón Bernaud

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, concede a tu Iglesia la gracia de la beatificación de tu sierva y apóstol, Hna. María del Sagrado Corazón, fundadora de la Guardia de Honor.

Por su intercesión, te pido…

Corazón de Jesús, rico en misericordia, haz que el ejemplo de la vida de Hermana María del Sagrado Corazón me ayude a discernir y cumplir tu santa Voluntad.

Deseo, en espíritu de reparación por los pecados del mundo, alabar tu Misericordia y tu inconcebible amor. Amén.

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